domingo, 23 de octubre de 2011

Recuerdos de una realidad no vivida

Cuando finalmente Deckard termina con la lista de fugitivos del modelo Nexus 6 que la Tyrell Corporation facilita al LAPD, decide abandonar con Rachel la ciudad en busca de un futuro mejor. Sin entender bien qué quiso decir Gaff con ese intrigante "It's too bad she won't leave, but then again, who does?", el blade runner huye hacia adelante con su enamorada... para descubrir al encontrarse con el unicornio de papel que él mismo es, como Rachel, un replicante más. Que Gaff lo sabía, y que había vivido engañado toda su vida hecha de implantes y retales de recuerdos ajenos.



Y es que no hay nada más real que lo que uno quiere creer, oír o ver. Resulta cuando menos curioso observar el hondo calado de cualquier comentario, con mayor o menor aspiración literaria, entre la escasa parroquia que formamos el mundo del rugby en este país. Como yonkies de crack adulterado, buscamos cualquier reseña sobre el último partido jugado en un intento de saborear de nuevo el momento que tan intensamente vivimos hace unos días. Como el mareo producido tras la liberación de hormonas en un déjà vu, nos aferramos a las sensaciones encerradas en la memoria para disfrutar, nuevamente, del trance vivido.

Y es al despertar y reconocer que no estamos en el campo, que los recuerdos no son nuestros, que estamos en una realidad robada a otro, cuando de manera súbita reaccionamos con la más feroz de las críticas. Amancillando la crónica de cualquiera que disienta de la esencia almacenada en nuestras neuronas. Sin importarnos, ni siquiera reconocer, que tal vez haya cierta motivación escondida o se buscara un efecto alternativo en otro colectivo ajeno.

No. Queremos nuestra realidad.

Sin admitir nunca que tal vez no haya existido jamás.

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